Francesco Agnellini
Más de la mitad de los artículos nuevos en Internet están escritos por IA: ¿está la escritura humana encaminada a la extinción?
Preservar el valor de las voces humanas reales probablemente dependerá de cómo las personas se adapten a la inteligencia artificial y colaboren con ella. La línea entre la autoría humana y la automática se está difuminando, sobre todo porque cada vez es más difícil distinguir si algo fue escrito por una persona o por una IA. Ahora, en lo que podría parecer un punto de inflexión, la empresa de marketing digital Graphite publicó recientemente un estudio que muestra que más del 50% de los artículos en la web son generados por inteligencia artificial.
Como investigador que explora cómo se construye la IA, cómo la usan las personas en su vida cotidiana y cómo afecta a la cultura, he reflexionado mucho sobre lo que esta tecnología puede hacer y dónde se queda corta. Si es más probable leer algo escrito por IA que por un humano en internet, ¿es solo cuestión de tiempo antes de que la escritura humana se vuelva obsoleta? ¿O se trata simplemente de otro desarrollo tecnológico al que los humanos nos adaptaremos?
No es todo o nada
Reflexionar sobre estas preguntas me recordó el ensayo de Umberto Eco “Apocalíptico e Integrado”, escrito originalmente a principios de la década de 1960. Partes del mismo se incluyeron posteriormente en una antología titulada “Apocalipsis Pospuesto”, que leí por primera vez siendo estudiante universitario en Italia. En él, Eco establece un contraste entre dos actitudes hacia los medios de comunicación. Están los “apocalípticos”, que temen la degradación cultural y el colapso moral. Luego están los “integrados”, que defienden las nuevas tecnologías mediáticas como una fuerza democratizadora de la cultura. En aquel entonces, Eco escribía sobre la proliferación de la televisión y la radio. Hoy en día, es frecuente ver reacciones similares ante la IA. Sin embargo, Eco argumentó que ambas posturas eran demasiado extremas. No es útil, escribió, ver los nuevos medios como una amenaza grave o un milagro. En cambio, instó a los lectores a observar cómo las personas y las comunidades utilizan estas nuevas herramientas, qué riesgos y oportunidades crean, y cómo moldean, y a veces refuerzan, las estructuras de poder.
Mientras impartía un curso sobre deepfakes durante las elecciones de 2024, recordé la lección de Eco. Eran días en los que algunos académicos y medios de comunicación advertían constantemente de un inminente “apocalipsis deepfake”. ¿Se utilizarían los deepfakes para imitar a importantes figuras políticas y difundir desinformación selectiva? ¿Qué pasaría si, en vísperas de las elecciones, se utilizara IA generativa para imitar la voz de un candidato en una llamada automática que pidiera a los votantes que se quedaran en casa? Esos temores no eran infundados: las investigaciones demuestran que las personas no son especialmente buenas identificando deepfakes. Al mismo tiempo, sobreestiman constantemente su capacidad para hacerlo. Al final, sin embargo, el apocalipsis se pospuso. Los análisis postelectorales revelaron que los deepfakes sí parecían intensificar algunas tendencias políticas en curso, como la erosión de la confianza y la polarización, pero no hay pruebas de que afectaran el resultado final de las elecciones.
Listados, noticias y guías prácticas
Por supuesto, los temores que la IA despierta en los defensores de la democracia no son los mismos que en escritores y artistas. Para ellos, las principales preocupaciones giran en torno a la autoría: ¿Cómo puede una persona competir con un sistema entrenado con millones de voces que puede producir texto a gran velocidad? Y si esto se convierte en la norma, ¿qué consecuencias tendrá para el trabajo creativo, tanto como ocupación como fuente de significado? Es importante aclarar qué se entiende por “contenido en línea”, la expresión utilizada en el estudio Graphite, que analizó más de 65.000 artículos seleccionados al azar de al menos 100 palabras en la web. Estos pueden incluir desde investigaciones revisadas por pares hasta textos promocionales de suplementos milagrosos. Una lectura más detallada del estudio Graphite muestra que los artículos generados por IA consisten principalmente en textos de interés general: noticias, guías prácticas, publicaciones sobre estilo de vida, reseñas y explicaciones de productos.
El principal propósito económico de este contenido es persuadir o informar, no expresar originalidad ni creatividad. Dicho de otro modo, la IA parece ser más útil cuando la escritura en cuestión es sencilla y predecible: el artículo de fin de semana en Roma, la carta de presentación estándar, el texto producido para promocionar un negocio. Toda una industria de escritores —en su mayoría freelance, incluyendo muchos traductores— ha dependido precisamente de este tipo de trabajo, produciendo entradas de blog, tutoriales, textos para optimización de motores de búsqueda y textos para redes sociales. La rápida adopción de grandes modelos lingüísticos ya ha desplazado a muchos de los trabajos que antes los sustentaban.
Colaborando con IA
La drástica pérdida de este trabajo apunta a otra cuestión planteada por el estudio Graphite: la cuestión de la autenticidad, no solo a la hora de identificar quién o qué produjo un texto, sino también a la hora de comprender el valor que los humanos conceden a la actividad creativa.
¿Cómo se puede distinguir un artículo escrito por humanos de uno generado por máquinas? ¿Acaso importa realmente esa capacidad? Con el tiempo, es probable que esta distinción pierda importancia, sobre todo a medida que surja más escritura de las interacciones entre humanos e IA. Un escritor podría redactar unas pocas líneas, dejar que una IA las amplíe y luego reformular ese resultado para obtener el texto final.
Este artículo no es una excepción. Como hablante no nativo de inglés, a menudo recurro a la IA para refinar mi lenguaje antes de enviar borradores a un editor. A veces, el sistema intenta reformular lo que quiero decir. Pero una vez que sus tendencias estilísticas se familiarizan, es posible evitarlas y mantener un tono personal.
Además, la inteligencia artificial no es completamente artificial, ya que se entrena con material creado por humanos. Cabe destacar que, incluso antes de la IA, la escritura humana tampoco ha sido completamente humana. Todas las tecnologías, desde el pergamino y el papel de estilete hasta la máquina de escribir y ahora la IA, han moldeado la forma en que las personas escriben y cómo los lectores interpretan la información.
Otro punto importante: los modelos de IA se entrenan cada vez más con conjuntos de datos que incluyen no solo escritura humana, sino también texto generado por IA y coproducido por humanos e IA.
Esto ha suscitado inquietudes sobre su capacidad para seguir mejorando con el tiempo. Algunos analistas ya han descrito una sensación de desilusión tras el lanzamiento de nuevos modelos de gran tamaño, ya que las empresas tienen dificultades para cumplir sus promesas.
La voz humana puede ser aún más importante
Pero ¿qué sucede cuando las personas se vuelven demasiado dependientes de la IA en su escritura?
Algunos estudios muestran que los escritores pueden sentirse más creativos cuando utilizan inteligencia artificial para generar ideas, pero el abanico de ideas suele reducirse. Esta uniformidad también afecta al estilo: estos sistemas tienden a atraer a los usuarios hacia patrones de redacción similares, lo que reduce las diferencias que suelen caracterizar una voz individual. Los investigadores también observan un cambio hacia las normas occidentales, y especialmente las angloparlantes, en la escritura de personas de otras culturas, lo que genera preocupación por una nueva forma de colonialismo de la IA.
En este contexto, es probable que los textos que muestran originalidad, voz e intención estilística adquieran aún más relevancia en el panorama mediático y desempeñen un papel crucial en la formación de las próximas generaciones de modelos.
Si dejamos de lado los escenarios más apocalípticos y asumimos que la IA seguirá avanzando, quizás a un ritmo más lento que en el pasado reciente, es muy posible que la escritura reflexiva, original y generada por humanos adquiera aún más valor.
Dicho de otro modo: el trabajo de escritores, periodistas e intelectuales no se volverá superfluo simplemente porque gran parte de la web ya no esté escrita por humanos.
*Profesor de Estudios Digitales y de Datos, Universidad de Binghamton, Universidad Estatal de Nueva York