Mónica Zlotogorski

El mercado de vitaminas y suplementos en los Estados Unidos llegó a US$ 40,9 mil millones en 2023, y US$ 177,5 mil millones a nivel mundial. Se proyecta que este mercado crecerá a una tasa CAGR del 9,1% entre 2024 y 2030.

Pero, ¿qué tan necesario es consumir vitaminas y suplementos?

Las deficiencias nutricionales son un problema real, no de algunos, sino de todos, y se puede deber a la ingesta insuficiente de alimentos, la incapacidad de absorber nutrientes y el consumo de dietas que carecen de muchos de los nutrientes esenciales. En términos generales, algunos de los micronutrientes esenciales de los que muchas personas carecen son: hierro, yodo, calcio, zinc, magnesio, y las vitaminas A, B6, B12, C, D, E y K.

La triste realidad es que, aunque comamos bien, saludable y orgánico, vamos a seguir careciendo de nutrientes.

De acuerdo a información del National Institute of Health (NIH) el valor nutricional de algunas verduras ha estado disminuyendo de manera consistente desde 1950. Un estudio realizado en los Estados Unidos efectuado hace ya dos décadas (2004) descubrió que los nutrientes en algunos cultivos eran hasta casi un 40% más bajos que a mediados del siglo pasado. A modo de ejemplo, en las 43 verduras que fueron analizadas, el contenido de calcio disminuyó un 16%, el de hierro un 15% y el de fósforo un 9%. La disminución de la densidad mineral en el trigo se ha venido erosionando desde hace 160 años.

Es importante consumir alimentos orgánicos (es decir, producidos sin el uso de fertilizantes químicos, pesticidas u otros agentes artificiales, además de ser mejor debido a su forma de producción para el medio ambiente). De no ser posible, por un tema de presupuesto y/o accesibilidad, es importante como mínimo comer productos que sean NON-GMO (“organismo no modificado genéticamente”, es decir, que la composición genética no se ha modificado artificialmente ni se ha diseñado en un laboratorio para producir un producto con características que no se dan en la naturaleza). Sin embargo, debido al proceso de industrialización de la producción de alimentos, la realidad es que la tierra misma ha perdido nutrientes (desgaste o agotamiento del suelo), y las aguas contaminadas y el clima (por efecto de los vientos, etc.) transportan sustancias químicas, pesticidas y otros agentes de un lugar para otro. En otras palabras, una granja orgánica no está de todo a salvo de ciertos inconvenientes.

Por otra parte, una persona puede que siga una dieta rica en nutrientes, pero continue experimentando deficiencias nutricionales, debido al uso de medicamentos. Quienes toman múltiples medicamentos tienen un riesgo mayor de interacciones negativas entre nutrientes y medicamentos que pueden provocar deficiencias nutricionales. Por ejemplo, los antibióticos pueden provocar niveles bajos de calcio, hierro y vitamina B12, los medicamentos para reducir el colesterol: pueden provocar la disminución de calcio, hierro, vitamina D y vitamina B12, los medicamentos para la presión arterial pueden provocar una caída drástica de los niveles de calcio y vitamina C, y los remedios para la diabetes: suelen asociarse con la disminución de la vitamina B12.

Estos son solamente algunos ejemplos. Es importante tener en cuenta que todo depende del medicamento y la situación concreta del individuo. Lo que es fundamental es entender que no existe medicamento que no tenga efectos secundarios, interacciones o contraindicaciones.

Los Estados Unidos y Nueva Zelanda son los únicos países del mundo que permiten la publicidad directa de medicamentos al consumidor. Ya sabemos que la lista de efectos secundarios es realmente extensa. Además de esto, debemos agregar el efecto en los nutrientes a esta lista.

Lógicamente, sería imposible dar ejemplos para cada una de las situaciones. Sin embargo, como consejo básico (y el humilde objetivo de este artículo), debemos concientizarnos de este problema y, como mínimo, hacer uso de recursos fiables por Internet para buscar información sobre posibles reacciones y/o interacciones que puedan tener los medicamentos que se consumen. Honestamente, a veces ni los propios médicos (los que ejercen la medicina convencional o alopática) saben, simplemente porque no se los prepara en nutrición y otras materias.

Mas allá de los medicamentos, el estilo de vida, falta de ejercicio, el consumo de alcohol, el peso, y la edad, entre otras variables, también pueden afectar la absorción de nutrientes. Algunas personas pueden tener reacciones al consumo de ciertos suplementos (tomen o no medicamentos), debido a alergias, condiciones médicas subyacentes (todavía no diagnosticadas), etc. Si bien los suplementos y vitaminas se pueden comprar sin receta (“over-the-counter”), es importante tener todas estas cosas en consideración y bien presentes. Una persona sana también debería considerar el consumo de vitaminas y suplementos, como mínimo un multivitamínico de buena calidad (orgánico y a base de plantas), como consecuencia de lo mencionado al comienzo de este artículo. A largo plazo, la deficiencia de nutrientes puede degenerar en enfermedades físicas y mentales, falta de sueño, depresión, ansiedad, falta de energía, y la lista sigue.

Pero, el concepto clave está en, si, son necesarios, pero “de calidad”. Si, es bueno suplementarse, pero no es lo mismo, por ejemplo, ingerir Omega-3 de una nuez que de semillas de lino o chía o de pescado. La pimienta negra facilita la absorción de cúrcuma, pero puede bloquear la absorción de hierro (en algunos casos de 20%-90%), por lo que hay que saber cómo y cuándo tomarlo.

Cada persona es un mundo. ¡A su salud!