Monique Capou
Es siempre interesante, reconfortante para el espíritu, para el ser interior, reencontrarse con personas que se admiran y destacan. Es por eso una suerte de fiesta este encuentro con Michelangelo Tarditti, un actor, director y guionista, además de crítico certero, siempre excelente proveedor de novedades. Y, otra vez, las novedades son variadas…
–Nos hemos enterado que estuviste filmando…
–En efecto. El film se llama “Things as they are”.
-¿Y de qué trata este film?
–Hago el rol protagónico. Una historia similar a lo que está sucediendo en estos tiempos con… creo que se llama Weinstein, por abuso de poder sobre las actrices. Y sin embargo el libro fue escrito hace 10 años.
–¿Y dónde lo filmaste? ¿En Italia?
–Si. Fue filmado en el Sur de Italia, en un pueblo de montaña y en inglés porque es para el mercado internacional. Y yo trabajé intensamente para perfeccionar mi inglés con un coach personal durante un mes.
–Mi dedo meñique también me contó que además de los espectáculos para niños que presentas actualmente en Italia, estrenarás un nuevo espectáculo con un nombre sumamente evocador: “La lontananza e come ilvento”.
–La idea de “La lontananza e come il vento” (La distancia es como el viento) me rondaba la cabeza desde hace ya tiempo. Los medios de difusión prolíferamente muestran y mostraron las naves actuales superpobladas de gente que deja sus tierras. Hoy por motivos, seguramente, más variados (la guerra, la tiranía, el hambre). A fines del 1800 y a principios del 1900, en cambio, por la necesidad de un mundo mejor dónde poder SER. Argentina, Uruguay, Venezuela, Estados Unidos, entre otros, fueron lugares elegidos por los europeos para intentarlo. Y Argentina fue muy generosa. Eran otros tiempos, claro, pero esa sensibilidad y generosidad no la veo hoy en la Europa dónde vivo.
El Mediterráneo ha pasado a ser tumba de miles de desesperados y esas imágenes y esos seres en busca de un lugar dónde estar, sin bombas, sin despotismos, sin hambre, con el único deseo de tener trabajo y un cierto bienestar, fue seguramente algo que ha estado incubando dentro de mi necesidad de expresión.
–¿Entonces habla del Hoy?
–No. “La lontananza e come il vento” no habla del Hoy, habla del Ayer. Pero es un paradigma del deseo intrínseco del hombre de lograr la felicidad que, como decían los Antiguos, era el objetivo de la vida. Creo que no se equivocaban: todos buscamos el calor del amor, el poder sonreír, trabajar, amar en paz y desarrollar las propias posibilidades: derecho inalienable de cada hombre nacido en donde sea.
Por ejemplo, el inmigrante que llegó a la Argentina trabajó duro, muy duro y se ayudó. También ayudó a los suyos a la distancia y ayudó a la consolidación de quien lo albergaba: su nueva Patria.
Y la pregunta entonces es: ¿Patria es dónde se nace o Patria es la que te permite desarrollarte, ser y proyectarte en el recorrido de tu vida? Y en ese espacio que no le pertenecía el emigrado se ganó palmo a palmo, paso a paso, una verdadera pertenencia, pero sufrió mucho. La ausencia fue un dolor enorme. El amor dejado allende los mares (padres, madres, hijos, hermanos, novios, novias, tierra). Dejar la propia tierra tiene ese desgarro emocional afectivo: desgarro de amor. Yo, en mi trabajo, hablo de ese aspecto del abandono, del dejar en suspenso la parte más hermosa y esencial de nuestro ser: el Amor. Y por eso pensé en Doménico Modugno, Gigliola Cinquetti, en Nicola di Bari que mucho más tarde, en los años 60, fueron un mito en el mundo entero con sus canciones italianas que hablan del Amor.
–¿Y a ti qué te sugiere Modugno?
–Creo que Doménico Modugno (Mimi) supo calar en lo profundo del Amor con una sensibilidad que universaliza el sentir, la presencia de las necesidades del Otro. AMAR es sentir con el ALMA y en las vísceras al objeto de amor. Es establecer un puente a dos puntas con la vida. Mimi fue ese arquitecto, ese filósofo, ese inteligente artista.
–¡Doménico Modugno! ¡Qué gran compositor y que intérprete! No por nada fue ganador durante años de famosísimos festivales como el de San Remo. ¡Hasta Pavarotti, interpretándolo, le ha dado el justo valor que se merece! Verdadera música.
–Yo me he valido de algunas de sus canciones al igual que de Cinquetti y di Bari para componer este homenaje a quienes dejaron sus raíces (que siempre gritan). Une especie de agradecimiento por habernos ayudado a crecer y una mirada de admiración por haber resignado casi siempre la propia pertenencia para lograr encontrar la felicidad en un mundo mejor. Y comprobar así que si el fuego del amor es intenso y grande no puede jamás ser apagado por la distancia porque el amor, si es grande y verdadero, es eterno, permanente, como el Bien del que habla Platón. Y no muere, continúa, ha de crecer como el fuego alimentado por el viento.
Amigo Lector, ¿qué más se puede agregar a todo esto? Sólo el deseo sincero, imperioso, de ver este espectáculo que será sin duda un alimento al alma como todos los de Michelangelo Tarditti. Al igual que el gran Moliere, quien ponía frente a su propio espejo a los arquetipos de su época (el avaro, el burgués que quería ser gentilhombre, el hipocondríaco, el tartufo…) despertando conciencias, Tarditti nos cuenta realidades de la suya que es la de todos nosotros y ésa es, a mi entender, la verdadera misión del actor: no sólo entretenernos sino a ayudarnos a ser cada día mejores personas.