Michelangelo Tarditti michelangelotarditti@gmail.com
LA ZARANDA, desde España
En la cartelera de Buenos Aires, para sacudirnos con su arte sensibilizador:
“Ahora todo es NOCHE”
Si la ausencia de la luz, causa la oscuridad de la noche, lo inhumano, causa la noche en el día de los hombres…
El grupo La Zaranda, original de Galicia, y con más de 40 años de recorrer las principales capitales del mundo, nos impacta, emociona y sensibiliza sobre aspectos de la impiedad y crueldad de las sociedades modernas, que rechazan y expulsan a una parte de sus integrantes, con actitudes sectaristas, injustas, segregacionistas e inhumanas, sin saber siquiera que cosa es la solidaridad por aquellos seres, vulnerables, y carenciados, que si un espejo los reflejase, les devolvería (esperemos con vergüenza!), una imagen de similitud humana como la de esos despreciados, diferentes sólo, por el deterioro que la indiferencia y la ausencia de solidaridad, remarca con crueldad.
Submundo de degrado, de ratas, de sinuosas humedades, de hedores insoportables, de falta de luz. De esa luz que, producida por el sol, nos habla de la esperanza que reconoce la dignidad del hombre, y que ausente, nos habla en cambio, de las tinieblas del horror.
Sociedades, injustas, indiferentes, gobernadas sólo por el imperio financiero y por el desamor por el ciudadano.
Gobernantes egocéntricos que solo aman el poder por el poder mismo, e ignoran la noble misión de la política que entendida como la profesaban los Antiguos, era el arte de suministrar la igualdad de posibilidades para todos los hombres, garantizar su bienestar en comunidad.
“Homeless, cirujas, barbones, lacras despreciadas”, con eso nombres se definen hoy los pobres carenciados de todo derecho. ¡Hombres iguales a hombres!
¡Hombres diferentes a hombres, sólo por tener bienes materiales que difícilmente llevarán a ultratumbas ansiosas de albergar tanta bajeza inhumana!
Pero el bálsamo para ellos, y para todos nosotros, está en el Teatro, dice con justicia La zaranda, porque el teatro (también la danza, la literatura, la música, la poesía, los niños, los animales y las flores) nos abrazan, nos refugian, nos curan, son nuestro oxígeno, ante tanta mezquindad humana, esa mezquina impunidad con la que gobierna el poder, que desprecia al débil, sin tomar conciencia de su propia, irremediable, debilidad mental.
Existe el teatro, porque existe Rey Lear, y si existen ambos, existimos los hombres, y seremos eternos como el Cosmos, seres humanos eternos si decentes sensibles e inteligentes, y sobreviremos a la chatura, a la prepotencia, a la ignorancia misma, siniestra, de los injustos.
La Zaranda, nos muestra una desgarrante pintura del degrado social y humano actual, pero al mismo tiempo nos sumerge en su bendita creatividad sanadora, inyectándonos la esperanza en una lucha por la igualdad, por la distribución ecua, por la justicia entre los hombres.
Sin romanticismo, con mirada crítica, aguda, inteligente, sus tres magníficos actores, Gaspar Campuzano, Enrique Bustos, y Francisco Sánchez, y con la espléndida dirección de Paco de la Zaranda, nos dan una lección de ética humana, al contraponer y subrayar, su ausencia.
El libro de Eusebio Calonge es la base de tanta claridad devastadora. Diálogos, situaciones, climas de coloraturas fantásticas. El mismo autor crea y complementa con la iluminación, claro oscuros, penumbras, de un submundo lacerante, cruel, feroz.
Con elementos pobres como sus protagonistas, pero con un uso rico, como el más rico de los reinos utópicos, la creatividad de La zaranda, se desliza por espacios tenebrosos, en medio a tachos de basuras que son tambores o túneles o cañones, con changuitos de supermercados que se transforman en galerías, siniestros pasajes subterráneos, y con valijas vacías de materialidad, pero repletas de sabiduría inteligencia solidaridad emoción.
Bendita sea la creatividad de La Zaranda y bendito sea Rey Lear, que ratifica la vigencia del Teatro, ¡sanador! Siempre.