Bélgica e Irán son los países de origen de los premios Mayores de la edición 2018 del Festival Cinematográfico Internacional el Ojo cojo. Un jurado de 5 países ha otorgado el Premio Guiño del Festival al trabajo de un film canadiense que habla de la situación extremadamente precaria a la que son sometidos los refugiados ( La jungla ) y el trabajo de una directora iraní que habla del derecho al placer (He cometido un pecado pasional ). Han recibido Mención honorífica, filmes que hablan de la búsqueda de identidad sexual (Tacones), víctimas de agresiones sexuales (La chica que no podía hablar) y los niños robados de los nativos americanos (Tierra de albores)
El jurado de cortometrajes del XIV Festival el Ojo cojo, integrado por Maria EmiliaTijoux (Chile), Khaled Salem (Egipto) y Thiago B. Mendonça (Brasil), han decidido por mayoría, con abstención de Khaled Salem, otorgar el Premio Guiño al mejor cortometraje a He cometido un pecado pasional (I have sinned a rapturous sin) de la directora Mariam Tafakory (Irán) por su creativa y combativa forma de protestar contra el machismo, creando una película arriesgada, poética y no convencional.
El jurado dedica una mención honorífica para la película Tacones del director Juan Alejandro Bemúdez Martínez (Polonia) por la forma humana y sorprendente en qué estructura su narrativa.
El jurado de largometrajes, integrado por Bahira Abdulatif (Irak) , Vicent Montagud, Y Bosco Govantes (España) ha decidido otorgar el Premio Guiño a Mejor Largometraje a La jungla (The Jungle ) de Dani Velázquez y Yves Dimant (Bélgica) por la relevancia de la temática del documental sobre la difícil y precaria situación de los refugiados, contribuyendo a acrecentar la sensibilidad de los espectadores ante la nueva marea de xenofobia y racismo que invade el escenario mundial.
Mención de honor para dos largometrajes:
La chica que no podía hablar( The Girl Who Cannot Speak) de Laura Pellegrini y Stefano da Fre (Canadá) por el valor de los necesarios testimonios recogidos en el documental, la calidad del guión sencillo y su capacidad de atrapar al espectador para conducirlo hasta un final tan dramático como esperanzador.
Tierra de albores (Dawnland) de los directores Adam Mazo y Ben Pender (EE.UU) por su gran valor cinematográfico y la enseñanza social que aporta el relato en relación a la necesidad de convivir y reconstruir puentes entre comunidades que comparten un pasado traumático.