Cristian Farinola

Turismo, puertos, agua potable y energía nuclear

Millones beben de sus aguas, las mismas que refrigeran a la industria nuclear para iluminar los hogares de dos países. A lo largo de sus 1200 km de costa, el lago Ontario refrigera 11 reactores nucleares distribuidos en cuatro centrales nucleares, posicionándose entre los espejos de agua más involucrados en la generación de energía nuclear en el planeta. Y podría sumarse una más, con esta fuente de energía que se perfila como la salvación del planeta al no liberar gases de efecto invernadero, si se hace realidad el anuncio de construir una nueva central nuclear de la gobernadora de Nueva York, la abogada demócrata Kathy Hochul, la primera mujer en gobernar el estado que alberga Wall Street, el centro financiero más influyente del mundo. Su concreción marcaría un hito energético, al convertirse en la primera central nuclear de construcción completamente nueva en Estados Unidos en más de 30 años, desde las expansiones del complejo nuclear Vogtle y la incorporación de sus dos unidades adicionales.

Ontario es el más pequeño del sistema de los Grandes Lagos, pero sobresale por su papel estratégico en el suministro de agua potable, energía y actividades económicas clave que impactan tanto en Canadá como en Estados Unidos. Está rodeado por grandes ciudades costeras como la cosmopolita Toronto, centro financiero, cultural y portuario; la histórica Kingston, a la orilla del río San Lorenzo, caudal que fluye hasta encontrarse con el inmenso océano Atlántico; la tecnológica e innovadora Rochester; Sodus Point, un pintoresco pueblo de pescadores con espíritu turístico; y, por si fuera poco, la fascinante Niágara-on-the-Lake, a tan solo 25 minutos en auto de las rugientes e intimidantes Cataratas del Niágara.

Rodeado por estos enclaves naturales y urbanos, el lago Ontario actúa como reservorio para abastecer de agua potable a más de 9 millones de personas. Al mismo tiempo, sus aguas refrigeran 11 reactores nucleares que generan cerca de 8.400 megavatios (MW), convirtiendo esta región binacional en una verdadera potencia energética nuclear que abastece a millones de hogares en ambos países.

Detrás de esta notable capacidad energética que no contamina y su funcionamiento no depende de las condiciones climáticas, lo que las convierte en una fuente confiable y estable durante todo el año, se encuentran las centrales nucleares de Pickering y Darlington, pertenecientes al país del syrup y la hoja de arce roja: Canadá. Mientras que, del lado estadounidense, Nine Mile Point y Fitz Patrick se ubican en las márgenes de Oswego, ciudad cuyo curioso lema reza: “Donde el agua nunca termina. Cool por naturaleza”, como quien sabe que el agua que la rodea no solo refresca y calma la sed, sino también enfría reactores para iluminar autopistas, calles y avenidas.

El lago Ontario es multitasking, una combinación asombrosa de riqueza natural y tecnológica. No solo provee agua potable y refrigera reactores nucleares, cuenta con más de 100 playas de arena suave y panorámicas increíbles, incluyendo el Parque Provincial Sandbanks, que alberga el sistema de dunas de agua dulce más grande del mundo. Curiosamente, el lago no se congela completamente desde 1934, debido a su profundidad de 90 metros y las corrientes internas de flujo constante, aunque el cambio climático está intensificando esta tendencia que parece irreversible.

El agua es vital para todas las formas de vida. Indispensable. En el lago Ontario se respira energía, cultura y ecología. Entre reactores nucleares y vasos de agua; entre turbinas, emblemáticos rascacielos, turismo y estratégicos puertos, el lago Ontario no es solo agua: es frontera, potencia energética y vida que fluye hacia el Atlántico… como si nada, como si todo.