por Victoria Hidalgo Coach Angelical de Vida 
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Desde tiempos ancestrales, la mujer ha sido considerada un reflejo de la Madre Tierra. Su energía creadora, su capacidad de nutrir y su conexión con los ciclos naturales la convierten en un puente entre lo divino y lo terrenal. Hoy, en un mundo que clama por sanación, es esencial que reconozcamos nuestro papel como guardianas de la vida y restauradoras del equilibrio planetario.

La Tierra es un ser vivo que siente, respira y nos sostiene. Cuando una mujer se reconecta con ella, no solo sana su cuerpo, sino también su espíritu. Caminar descalza sobre la hierba, abrazar un árbol, meditar en la naturaleza o cultivar un pequeño huerto son formas de recordarnos que somos parte de un todo más grande. Cada acto de amor hacia la Tierra es también un acto de amor hacia nosotras mismas.

Las mujeres compartimos con la Tierra la ciclicidad: la luna guía nuestros ciclos, al igual que las estaciones rigen el florecer y el descanso de la naturaleza. Honrar nuestros propios tiempos de introspección y expansión nos permite vivir en armonía con el flujo de la vida. Escuchar nuestro cuerpo y sus necesidades es una manera de devolverle el respeto que la Tierra nos ha enseñado.

El despertar espiritual y la sanación interior nos llevan a actuar desde un lugar de amor y responsabilidad. Como mujeres, podemos integrar prácticas sostenibles en nuestro día a día:

• Usar productos naturales y reducir el consumo de plásticos.
• Optar por una alimentación consciente y de origen ético.
• Participar en acciones comunitarias de reforestación y conservación.
• Enseñar a las nuevas generaciones la importancia de vivir en armonía con la naturaleza.
• Elegir ropa sostenible y evitar la moda rápida.
• Reducir el desperdicio de agua y energía en el hogar.
• Crear jardines polinizadores con plantas autóctonas para apoyar la biodiversidad.

Ser mujeres en este tiempo es un honor, la Madre Tierra nos llama a recordar nuestra sabiduría, a sanar para que, desde un corazón libre, podamos sanar el mundo. Cada una de nosotras tiene el poder de transformar su entorno con pequeñas acciones diarias.

Hoy, la Tierra nos necesita despiertas, amorosas y comprometidas con su protección. Seamos la voz del planeta, sus manos sanadoras contribuyendo con su cuidado. Juntas, Podemos restaurar la sagrada unión entre la mujer y la Tierra, creando un futuro más armonioso para todas las generaciones venideras.