Cristian Farinola

Pianista, productora, madre, pionera. Polly Ferman ha vivido muchas vidas en una. Desde tocar por propinas en restaurantes de Manhattan hasta llegar a presentarse en la catedral de la música clásica como el Lincoln Center de Nueva York, su historia es un viaje musical con notas que incluyen la resiliencia, arte y empoderamiento. A sus jóvenes 80 años, sigue creando, enseñando y emocionando.

Llamo a Polly desde mi celular y le pregunto dónde se encuentra. En su foto de estado se la ve rodeada de globos, sonriente. “Fue mi cumpleaños”, exclama con entusiasmo. El destino la encontró celebrando en Bulgaria, pero bien podría haber sido Tokío, Valencia, Nueva York, Boston o el Río de la Plata. La artista —con ADN uruguayo y trayectoria internacional— ha recorrido los escenarios más destacados del mundo junto a su inseparable piano.

“Me encantan los globos”, agrega entre risas. “Para mí, festejar es eso: alegría, color y música” Aunque estaba lejos de casa, no faltó el ritual de tocar. “Siempre encuentro un piano, aunque sea prestado. No puedo pasar un cumpleaños sin tocar algo”, cuenta desde Valencia, España, donde en estos días estará celebrando una nueva vuelta al sol.

Una vida de película

“Muchos me dicen que tengo que escribir un libro, hacer una película. Me casé a los 16, me divorcié a los 22, tuve tres hijos, me fui a Estados Unidos, viví en Tokío, tuve cuatro maridos… y todo lo que hice como artista y productora”, resume con humor.

Además de su reconocida trayectoria como pianista internacional, Polly Ferman ha dejado una huella en el ámbito cultural a través de la Fundación PAMAR (Pan American Musical Art Research), con sede en Nueva York. Esta organización promueve la música, la danza y las artes visuales de América Latina en Estados Unidos y está por celebrar sus 40 años.

Nueva York: la puerta del renacer

“Cuando me divorcié, vivía en Argentina. Volver a Uruguay no era una opción sencilla por razones personales, así que decidí empezar de nuevo”, recuerda. “Viajé con mis hijos y, durante un tiempo largo, dejé de tocar el piano. Imaginate… yo tocaba desde muy chica.”

“A pesar de todo, junté fuerzas, dinero y viajé a Nueva York, la ciudad donde pude demostrar que era pianista”, relata. “Cuando llegué, no tenía nada. Tocaba en el restaurante de un amigo. Me ponían una copa para las propinas y pedían canciones que no conocía, pero les decía: ‘Si me la cantás, la toco’” recuerda entre risas.

Con el tiempo, Polly Ferman llegó a tocar música clásica en escenarios internacionales de prestigio como el Carnegie Hall y el Lincoln Center en Nueva York, el Teatro Colón en Buenos Aires, el Takemitsu Hall en Tokio, el Saint Martin in the Fields en Londres y el National Centre for the Performing Arts en Beijing.

“Fue también en Nueva York donde el destino me cruzó con el bandoneonista y compositor Daniel Binelli”, cuenta. “Él me invitó a sumarme a una gira europea con su quinteto. Yo le dije: ‘No sé tocar tango’, pero terminé tocando. Desde entonces, el tango clásico empezó a formar parte de mi repertorio. Daniel se convirtió en mi compañero de vida y seguimos tocando juntos hasta el día de hoy”

Tango, empoderamiento y revolución

“Fui parte del quinteto de Binelli. Recuerdo que me dijo: “Tenés que venir a la gira conmigo”. Le respondí que no sabía tocar tango, pero terminé tocando en su gira europea. Era la única mujer. El machismo del tango me empezó a hacer daño, y en 2006 lo dejé”, sintetiza.

“Me llamó un productor de San Francisco para el espectáculo Ladies of Tango. Me ofreció ser pianista y que Binelli fuera el director. Le dije: “Si él es el director, buscate otra pianista”, cuenta entre risas. Polly terminó siendo la directora musical. “Me gustó tanto que, en 2008, mi hija contrató el Teatro Solís de Montevideo y presentamos el show “Glamour Tango

Glamour Tango es un espectáculo multimedia único en su tipo, con elenco exclusivamente femenino, que celebra el rol de la mujer en el tango desde una perspectiva artística y empoderada. Combina música, danza, poesía y proyecciones visuales para rendir homenaje a las mujeres que históricamente fueron invisibilizadas en este género. Desde su creación, ha recorrido escenarios internacionales como símbolo de inclusión, talento y transformación cultural. En el escenario son todas músicas y bailarinas mujeres.

“Fue revolucionario”, recuerda Polly. “Que una mujer toque el bandoneón, que dos mujeres bailen juntas… Glamour Tango es mi homenaje a la mujer. Es un mensaje de empoderamiento, sin alardes. Mostrar que no hay nada que nosotras no podamos hacer”, concluye con firmeza.

Nueva York, Tokio, Valencia

“Siempre sentí que Nueva York era el lugar donde yo pertenecía. Me dio muchas posibilidades y me permitió crecer como artista y gestora cultural”, resume.

“Otro lugar donde me sentí increíblemente cómoda fue Japón. Creo que en otra vida fui japonesa. Comía pescado crudo como si fuera lo más natural, imaginate yo, del carnívoro Río de la Plata”, comenta entre risas.

Polly vivió ocho años en el país nipón y descubrió algo muy importante, como tocar para gente que no tiene acceso a conciertos. Hizo una gira por 25 instituciones para personas con discapacidad. Fue una experiencia profundamente transformadora. En ese país, The Japan Times la reconoció como “Embajadora de la música de las Américas” por su labor de difusión del repertorio latinoamericano. Ese título la honra, pero lo que más la marcó fue ver cómo la música puede emocionar, sanar y conectar, incluso en contextos de vulnerabilidad.

Valencia y el Tango

“Hoy estoy feliz en Valencia”, cuenta. “Vine a dar un concierto en 2018, volví a Nueva York y le dije a Daniel: ‘Nos mudamos’. Él quería que sus cenizas se esparcieran por la Quinta Avenida… ahora será en el Mediterráneo. La pandemia nos hubiera golpeado fuerte en Nueva York. Acá la gente es como una gran familia. Valencia es el lugar perfecto para terminar mis días”, reflexiona.

Polly Ferman preside la Academia Valenciana del Tango, una entidad que funciona como filial de la Academia Nacional del Tango de Buenos Aires. Su misión es promover el tango en Valencia y convertir a la ciudad en un centro cultural de referencia. Desde la institución se difunden expresiones como la poesía, el canto, el baile y la música. Para cerrar el año, ya está programado un espectáculo con la orquesta de Daniel Binelli que será el primer concierto de tango con orquesta típica en Valencia, marcando un hito en la historia cultural local.

“Hoy grabamos tres obras de Daniel Binelli con una orquesta de tango. Yo soy la pianista, pero las cuerdas son jóvenes valencianos. El tango está creciendo. Nuestra responsabilidad es que lo que se presente sea de buena calidad y representativo”, afirma.

Crear a los 80

“Crear a los 80 es como desayunar. Es el alimento del día. ¿Qué hace un músico cuando se jubila? El músico es música hasta el día que se muere”, reflexiona. “La música es una vitamina diaria. Hay gente que no está bien, pero cuando toca un instrumento, no falla. La parte cognitiva no falla. Y cuando sos mayor, tocás mejor, porque canalizás las emociones de tu vida”, explica.

“Doy una clase magistral que se llama “El piano y las emociones”. Una cosa es ser músico y otra es ser artista. Músicos hay miles, pero no todos emocionan. Les enseño a conectarse con sus emociones para proyectarlas”, detalla.

Además de su trabajo con personas con discapacidad —en instituciones de Japón, Uruguay y España— Polly también ha impartido clases magistrales sobre la historia del tango en espacios académicos de prestigio, como el Berklee College of Music, cuyo conservatorio tiene sede en Valencia y la ha recibido como artista y docente.
Polly Ferman no solo interpreta música: la vive, la transmite y la transforma. A través de sus proyectos, giras y clases magistrales, ha demostrado que el arte puede abrir caminos, sanar heridas y conectar culturas. Su energía creativa, lejos de apagarse, se reinventa con cada nuevo desafío. Ayer, Nueva York o Tokio; hoy, desde Valencia, sigue sembrando cultura, emoción y futuro. Porque como ella misma dice: “El músico es música hasta el día que se muere.” Y ese día, será la nota final de una carrera artística notable… y el comienzo de algo nuevo, porque el arte, nunca muere.