Sandra Camponogara
¿Vos lavás el avión antes de ponerte el cinto? Observó un colega cuando me vio pasar papeles desinfectantes al cinto, mesa, posabrazos, bolsillo de revistas y controles de entretenimiento. Sin conocer las estadísticas en ese entonces, presentí que además de los pasajeros con tarjetas de embarque, viajaban con nosotros prósperas colonias de gérmenes multicolores, como las nacionalidades de los pasajeros a bordo. ¡Un asco!
También ridícula se debe haber visto mi danza al salir del baño del aeropuerto. Después de lavarme las manos, no hay manera que fuera a tocar el picaporte, especialmente al observar que un buen porcentaje de usuarios no usa el lavatorio antes de salir. Cargada con maleta de mano, bolso y abrigos, siempre encontré la manera de mantener el equilibrio al tomar el picaporte con una toalla de papel. ¿Exagerado? Quizás.
Los posabrazos de los asientos de las Puertas de Embarque ofrecen similares oportunidades de contagio y también sacan los primeros puestos en la variedad de gérmenes que acumulan.
Por ese entonces la modalidad autoservicio para todo lo referente a viajes aéreos no era tan prevalente. Eran los días, no hace tanto tiempo, en las que un ser humano nos hacía el check-in en el aeropuerto, liberándonos de tener que imprimir nuestras propias tarjetas de embarques y cintas para las maletas. Con ello nos evitábamos tocar las estaciones de autoservicio que tienen 253857 CFU (Colony Forming Units), es decir, 1475 veces más microbios que la tabla del inodoro de la casa. Esto concluye el reporte de www.InsuranceQuotes.com que realizó 18 tests en 6 tipos de superficies en 3 aeropuertos principales de Estados Unidos. A modo de comparación, la mesada de la cocina tiene, típicamente, 361CFU, la perilla del inodoro, 30 CFU y la tabla de picar, 44 CFU.
Este reporte valida, en gran medida, mi conducta lava-avión. La mesa frente al asiento (que, dicho sea de paso, ya se usa cada vez menos porque las aerolíneas han reducido sus comidas a bordo considerablemente) aloja 11.595 CFU y el cinto de seguridad, 1146 CFU. Menos comidas y bebidas a bordo implican menos visitas a los lavatorios, lo cual es una gran noticia porque en el baño a bordo, la perilla de descarga del inodoro tiene 91.145 CFU, según el citado reporte.
Pero importante a tener en cuenta es que la hidratación es necesaria ya que la humedad ambiente está muy reducida y el consumo de líquidos, preferentemente agua, ayuda a evitar coágulos.
¡Habrá que sacar pecho y enfrentar los microbios del baño entonces!
Sin duda, los viajes aéreos representan un desafío para el cuerpo humano, pero con las debidas precauciones, se pueden disminuir considerablemente los riesgos. Yo continuo con mi método de “lavar el avión” antes de utilizar sus servicios, comer liviano y beber mucha agua ya que las condiciones de la cabina no favorecen la digestión, tomar más te que café y lavarme las manos con frecuencia, También se puede llevar agua en aerosol para rociarse la piel y mantener la humedad corporal a un nivel confortable. El movimiento de las piernas, contracción de las pantorrillas, caminatas por el pasillo, favorecen la circulación y evitan la formación de coágulos, algo sumamente importante, en particular, para viajes de más de dos horas de duración.
Viajar es una de las actividades enriquecedoras de la que no tenemos que privarnos. Abre nuestras mentes, nos acerca a nuestros afectos, nos permite hacer nuevos amigos, apreciar otras culturas y valorar la nuestra. La transportación aérea y marítima pone el mundo en nuestras manos (¡previamente frotadas con alcohol de gel!)
La alta rotación de pasajeros, vuelos completos y sin intervalo para una buena higiene de la aeronave elevan los riesgos, pero con la información adecuada podemos prepararnos para disfrutar el viaje saludablemente, armados con los elementos para lavar el avión y la manoseada estación autoservicio del check-in.