Por Juan Carlos Dumas, Ph.D.*
Cuando Rómulo decidió expandir el asentamiento original para ganar más poder y superar a sus vecinos, invitó y acogió a recién llegados de todo tipo, creando, dicen los historiadores, “un lugar de asilo para fugitivos.” Le daba la bienvenida a personas de toda clase que buscaran “un nuevo comienzo”, incluidos indigentes, pobres, antiguos esclavos, vagabundos y otras castas inferiores, de la misma manera que Australia fue poblada por cientos de exprisioneros y Estados Unidos declaraba con orgullo después de su independencia: “Dame a tus cansados, a tus pobres, a tus masas oprimidas que anhelan respirar libres…” Podemos ver a Rómulo no solo como un fundador visionario, sino incluso como un líder amoroso y sin prejuicios dispuesto a expandir su asentamiento aceptando generosamente a personas despreciadas por los demás. Pero esta impresión bienhechora de este joven rey pronto se desvaneció en su siguiente movimiento.
Tito Livio explica: “Roma era ahora lo suficientemente fuerte como para desafiar a cualquiera de sus vecinos; pero, a pesar de lo grande que era, su grandeza parecía que sólo iba a durar una generación. No había suficientes mujeres, y eso, sumado al hecho de que no había matrimonios mixtos con las comunidades vecinas, descartaba cualquier esperanza de mantener el nivel de población.” A falta de mujeres para continuar con sus objetivos de expansión, y después de que sus vecinos rechazaran firmemente las ofertas de sus enviados para negociar alianzas y permitir matrimonios mixtos con hombres romanos, Rómulo creó una estratagema moralmente horrible pero astuta, utilizando el pretexto de una celebración religiosa para atraer a hombres y mujeres de las ciudades vecinas a Roma. Tito Livio nos dice que, “Ocultando su resentimiento, él (Rómulo) se preparó para celebrar la Consualia, una fiesta solemne en honor de Neptuno, patrón del caballo. En el día señalado, las multitudes acudieron a Roma, en parte, sin duda, por pura curiosidad de ver la nueva ciudad”
En el Diccionario de Costumbres Griegas y Romanas de la Antigüedad aprendemos que: “La Consualia era un festival con juegos celebrado por los romanos en honor de Consus, el dios de las deliberaciones secretas, o de Neptuno, ‘Neptunus Equestris’. Plutarco dice que Neptunus, Equestris y Consus eran sólo nombres diferentes para una misma deidad. Se solemnizaba cada año en el circo, mediante la ceremonia simbólica de descubrir un altar dedicado al dios que estaba oculto bajo tierra. Se dice que Rómulo, que fue considerado el fundador de la fiesta, descubrió un altar bajo tierra en ese mismo lugar. La solemnidad tenía lugar el 21 de agosto con carreras de caballos y carros y se vertían libaciones en las llamas que consumían los sacrificios. Durante estos juegos festivos, a los caballos y mulas no se les permitía hacer ningún trabajo, y se adornaban con guirnaldas de flores. Fue en su primera celebración cuando, según la antigua leyenda, raptaron a las doncellas sabinas. Virgilio, al hablar de la violación de las sabinas, dice que ocurrió durante la celebración de los juegos circenses, lo que sólo puede explicarse suponiendo que los grandes juegos circenses, en tiempos posteriores, reemplazaron a la antigua Consualia.” Curiosamente, la celebración del “carnaval” con música y juegos de agua que se realizan en muchas naciones hasta el día de hoy, es lo que queda de la antigua festividad popular de seguir el “Carrus Navalis” de Neptuno. Para otros estudiosos, “el Navigium Isidis celebraba la influencia de Isis sobre el mar y servía como una oración por la seguridad de la gente de mar y, eventualmente, del pueblo romano y sus líderes”
Volvamos a la narración de Tito Livio: “Finalmente llegó el gran momento. El espectáculo comenzó, y nadie tenía ojos ni pensamientos para otra cosa. Esta fue la oportunidad de los romanos: a una señal dada, todos los hombres sanos irrumpieron entre la multitud y se apoderaron de las jóvenes. La mayoría de las muchachas eran el premio de quien se apoderaba de ellas primero, pero unas pocas llamativamente guapas habían sido previamente apartadas para senadores principales, y éstas eran llevadas a sus casas por bandas especiales”
Las sabinas fueron violadas por los romanos como un medio para aumentar su población estancada, un hecho que revela el dominio absoluto de los hombres en aquellos tiempos y el poco respeto que tenían por ellas, y la despiadada astucia de los romanos. La Enciclopedia de Historia Antigua menciona que: “Aunque derrotado, el rey sabino, Tito Tacio, intentó asaltar Roma marchando sobre la ciudadela capitolina. La hija del comandante de la ciudadela prometió abrir las puertas al ejército sabino si le daban lo que “llevaran en su mano izquierda.” Cuando pasó el ejército sabino, la pobre niña esperaba cientos de brazaletes de oro, pero desafortunadamente fue aplastada hasta la muerte por sus grandes escudos. Los sabinos sitiaron a los romanos y ellos estuvieron a punto de perder hasta que Rómulo rezó a Júpiter para que los asistiera. Júpiter respondió, ayudando a los romanos a una victoria final”
La triste historia de las sabinas y sus violaciones masivas nos trae ecos del secuestro forzado de mujeres en varias partes del mundo hoy en día, especialmente por parte de milicianos y fundamentalistas africanos y, más oscuramente, por billonarios árabes y de Oriente Medio. El gesto de Rómulo para apaciguarlas a ellas y a sus devastados padres parecía completamente hipócrita: “Yendo de uno a otro, declaró que sus propios padres eran realmente los culpables, ya que habían sido demasiado orgullosos para permitir matrimonios mixtos con sus vecinos; sin embargo, no tenían por qué temer; como mujeres casadas compartirían todas las fortunas de Roma, todos los privilegios de la comunidad, y estarían unidas a sus maridos por el vínculo más querido de todos, sus hijos. Les instó a olvidar su ira y entregar sus corazones a aquellos a quienes el azar había dado sus cuerpos”
Nada más opuesto a lo que el gran emperador Marco Aurelio escribiera años después en sus extraordinarias Meditaciones, haciendo un vigoroso llamamiento moral a líderes como su predecesor, Rómulo: “El dios dentro de ti debe presidir a un ser que es viril y maduro, un estadista, un romano y un gobernante”, pero también, “no tomar nada en la mano sin propósito y nada falsamente o con argucias”
La Historia Romana de Britannica presenta a Tito Livio bajo una luz claramente diferente, como un hombre muy interesado en la preservación de los altos estándares morales de sus antepasados –en contraste con la progresiva decadencia de su tiempo– y describe las proféticas palabras de Tito Livio con respecto a su extenso análisis de la historia de Roma, mismas de una actualidad sorprendente: “Invito la atención del lector a una consideración mucho más seria del tipo de vida que vivieron nuestros antepasados, de quiénes eran esos hombres y cuáles eran sus medios, tanto en la política como en la guerra, por los cuales el poder de Roma fue adquirido primero y posteriormente expandido. Luego le pediría que rastreara el proceso de nuestra decadencia moral, para observar primero el hundimiento de los cimientos de la moralidad a medida que se permitía que la vieja enseñanza caducara, y luego el colapso final de todo el edificio y el oscuro amanecer de nuestros días modernos, cuando no podemos soportar nuestros vicios ni enfrentar los remedios necesarios para curarlos. Lo que hace principalmente que el estudio de la Historia sea sano y provechoso es que en la Historia tiene un registro de la infinita variedad de la experiencia humana claramente expuesto para que todos lo vean, y en ese registro puede encontrar para usted y para su país tanto ejemplos como advertencias”
*Juan Carlos Dumas es psicoterapeuta, escritor y profesor universitario. Consultor en Salud Mental para la Secretaría de Salud y Servicios Humanos, preside el Comité de Asesoramiento en Salud de North Manhattan, y el Centro Hispano de Salud Mental en Jackson Heights, Queens.