Por Ma. Eugenia Méndez-Marconi
Museóloga. 
Docente, Ayudante del 
Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes – 
Universidad de la República, Uruguay.
Exposiciones e investigación, Fundación José Gurvich.
eugmend@gmail.com

Anhelo Hernández nació en Montevideo el 21 de noviembre de 1922. Desarrolló una larga y fecunda trayectoria como artista en dibujo, pintura, grabado y escultura; y como docente en las mismas disciplinas.

Comienza sus estudios en escultura y dibujo con Alberto Savio, discípulo de Aristide Maillol, entre los años 1935 y 1941; en este último año ingresó a la Escuela de Artes Aplicadas donde estudió con Antonio Pena, Edmundo Pratto y Federico Moller de Berg.

En 1942 ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes, y estudió en el taller de Severino Pose. Posteriormente, hacia finales de dicho año, comienza sus estudios con el Maestro Joaquín Torres García, siendo uno de sus discípulos directos. Tras radicarse en Tacuarembó en 1944, donde dictó clases en Secundaria en el Liceo Departamental, alternó visitas al Taller Torres-García y enviaba periódicamente a Montevideo sus dibujos y pinturas para recibir las correcciones del Maestro.

En 1949, tras la muestre de su Maestro, realiza un viaje a Europa donde visita importantes museos, descubriendo a otros Maestros de la Pintura y otras formas de concebir el arte; experiencia que lo deslumbra ya que conoce otras formas de concebir y estructurar las obras de arte.

Años después en 1969, fue becado por la Unión de Artistas Plásticos de Uruguay para estudiar en la Escuela Superior de Arte de Berlín, siguiendo orientaciones del Prof. Arno Mohr.

En 1976 tuvo que partir junto a su familia al exilio en México, en plena Dictadura cívico-militar en Uruguay; permaneciendo once años allí. En dicho país trabajó como profesor de la División de Postgrado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En abril de 1987 regresa al Uruguay, y dos años después concursa el cargo de Profesor Titular de un Taller Fundamental en el Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes (IENBA).

Anhelo Hernández desarrolló una amplia producción artística investigando con distintas técnicas hasta sus últimos días de vida, trabajando en dibujo, pintura, collage, grabado, escultura y diseño gráfico –en este último, en técnicas tradicionales de grabado y estampa digital1-.
La obra de Anhelo Hernández, luego de su apertura del TTG, comienza a adquirir un camino hacia la consolidación de una estética personal, que acusa influencias de Picasso, Matisse, Cézanne y Goya –entre otros-.

La paleta pictórica de su obra se vuelve más “iluminada”, con colores en contrastes marcados en ocasiones; y en otras con tonos suaves, con predominancia de grises coloreados.

Asimismo, el uso de la estructura y la medida para componer se mantiene a lo largo de toda su producción, en especial en sus obras de gran formato, para las cuales realizaba un sinfín de estudios preparatorios a lápiz, estudios de color y de forma, y de distribución de los mismos en el espacio compositivo.

Su trazo vigoroso, sutil y por momentos acusado, austero; ha construido monstruos, centauros temibles, personajes fabulosos, míticos y metafóricos; visiones sobre la vejez y la juventud, obras respecto a otros artistas, miradas apocalípticas, dramáticas, de introspección y de crítica social.
Configuró un acto racional compositivo con la sensibilidad de los sentidos, generando composiciones de orden plano, que en ocasiones se acercan a lo onírico y lo poético, sobre todo en sus grabados y dibujos digitales.

Wilfredo Penco escribe respecto a su obra en el catálogo de la muestra “Anhelo Hernández de antes y durante” (2005) realizada en el Museo Municipal de Bellas Artes Juan Manuel Blanes:
En particular, las tradiciones de la pintura, la literatura, la historia y la mitología incitan su imaginación y la pueblan de símbolos, conceptos y visiones al servicio de la expresividad de las formas. […] el trabajo de [Anhelo] Hernández busca descifrar, con criterio analítico y sistematizado lenguaje, los procesos de metamorfosis de la naturaleza humana, sobre todo en situaciones límite. (p. 9)

Anhelo Hernández realizó trabajos seriados, con diversas temáticas, varias en relación a alegorías, a los temas transversales a la historia del arte que provienen de los textos clásicos, y otros temas que han marcado su vida, donde el compromiso social queda manifiesto –como la serie referente a las torturas en período de Dictadura-.

Dentro de las variadas series que realizó se destacan: “A las puertas del infierno”, “Endriagos y estantiguas”, “Tropelías y tribulaciones en las casas reales”, “Elegía tardía”, “Génesis”, “Los planetas según Ptolomeo”, “Los Caudillos”, “Centauromaquia”, “Suite madrileña”, “Torturas” y “Edipo” –entre otras-.

Realizó también ilustraciones para la Revista Escolar El Grillo, para cuentos infantiles, e ilustró con grabados una versión de Martín Fierro de José Hernández (publicado en 1969).
Asimismo, trabajó seis años para la Siglo Veintiuno Editores, realizando en el trascurso cerca de 300 portadas. [Moriana Hernández, comunicación electrónica el 1º de noviembre de 2018].

Para sintetizar la obra del pintor a grandes rasgos, se puede subdividir en siete fases respectivas a su vida:
Sus producciones anteriores a su aprendizaje en el Taller Torres García (1935-1942), correspondientes a sus aprendizajes siguiendo orientaciones de sus primeros maestros y en la Escuela Nacional de Bellas Artes –como ya fue señalado-.

La etapa del Taller Torres García (1942-1949), donde realiza ejercicios según las enseñanzas del Maestro Torres-García, y pinta varios retratos; con predominancia de colores terrosos.

La etapa post TTG (1950-1969), en la cual algunos retratos de esta etapa vislumbran un cambio en la paleta de color, incluso en el dibujo; sus paisajes también muestran cambios en el color y algunos acusan un planísimo mucho más marcado.

La etapa becaria en Berlín (1969-1971), donde realiza varios estudios en grabado, investigando distintos materiales y métodos de impresión.

Posteriormente, el período post beca en Montevideo (1972-1975) -donde sucede 27 de junio de 1973 el Golpe de Estado-, se acusan las “deformaciones” en el dibujo, y en las pinturas abundan los grises coloreados. En esta etapa comienza la serie de Las Bañistas.

Asimismo, expone “Tropelías y Tribulaciones de las Casas Reales” en la Galería Losada de Montevideo; serie que luego expone por primera vez en abril de 1976 en Casa del Lago en México D.F., antes de su llegada [Moriana Hernández, comunicación electrónica, 1º de noviembre de 2018].

En la etapa del exilio en México (1976-1987), continúa con la serie “Las Bañistas”, y realiza variados estudios con temáticas de desnudo. Aumenta el color y el “brillo” en sus obras, maravillado por el color que utilizaban los indios Huicholes [Ida Holz, comunicación electrónica, 2 de noviembre de 2018]. También comienza sus primeros dibujos correspondientes a las series de las “Torturas”, los cuales varios fueron publicados; por ejemplo “Testimonio del Canario” [Moriana Hernández, comunicación electrónica, 1º de noviembre de 2018].

En la etapa de Montevideo, posterior a su exilio (1987-2010), realiza series destacadas como “Las poblaciones del espacio”, “Duetos”, “Los Caudillos”, “Tauromaquia” y “Las Meninas” [éste último, aporte realizado por la Sra. Ida Holz, comunicación electrónica, 2 de noviembre de 2018]; su paleta de color se “ilumina” notoriamente, utilizando grandes contrastes de color. Las formas se acusan en tensión con una marcada geometría en varios casos. En el dibujo digital el trazado es notoriamente más vigoroso, intuitivo y expresionista.

Algunas memorias en su homenaje y reflexiones sobre sus aportes

Como Docente Titular de taller, tuvo muchos estudiantes que siguieron sus lineamientos; a los cuales acompañó guiándolos en sus procesos creativos.
Siempre que me encuentro con algún compañero del taller Anhelo –así le llamábamos al taller, porque oficialmente llevaba su nombre- y recordamos vivencias, siempre afloran hermosos recuerdos, donde el compañerismo era un factor predominante, en un sentir colectivo y solidario.
Anhelo entraba al taller, y su presencia se hacía sentir, lo recuerdo tomando un libro de Matisse y sonriendo decía “Mirá, Mirá… mirá el ritmo” … y nos indicaba con su mano el recorrido de una línea o una forma, y nos hablaba del tono del cuadro…
Cada una de sus clases era una hermosa lección, siempre descubríamos algo nuevo en las obras maestras que nos mostraba… parecía uno más de nosotros descubriendo, y eso se apreciaba en su entusiasmo al enseñar…

Como olvidar aquella ocasión cuando yo estaba pintando un bodegón que tenía una tela de color negro… en mi entusiasmo saqué un pomo de óleo nuevo color “sombra azulada” y comencé a pintar la forma que correspondía al mantel… En ese instante Anhelo hacía su recorrido por el salón, y se para detrás de mi diciendo casi en susurro: “no me mientas en el color…” –y continuó tras una breve pausa: “…observá la zona iluminada, el negro del mantel no es negro…”. Recuerdo haber visto ese bodegón con otros ojos, ya no lo vi igual que unos instantes atrás… pues como me indicaba el maestro se vería color terroso por la luz cálida. Debía dejar de lado mi Yo que decidía poner un color, para dar paso a la percepción; y a la intuición que manifestaría otras cosas.

Anhelo Hernández discrepaba con parte de los fundamentos propuestos por su Maestro; pues en su entendimiento no existía una sola forma de concebir la pintura, manifestando su necesidad por aprender a desentramar otras posibles soluciones de la pintura; planteamiento, que se ve reflejado en cómo elaboró la propuesta pedagógica para su taller, pues sus concepciones respecto a estos temas fueron parte de su propuesta educativa; la cual proponía el estudio de múltiples estéticas abordadas desde análisis críticos de las variadas expresiones y modos de hacer que las comprenden, a partir de enfoques de teoría e historia del arte, filosofía, estética, y plástica, entre otras.
Asimismo, Anhelo Hernández manifestó en varias oportunidades2 su visión clara de que no cree en una metafísica en el arte, e incluso hizo alusión a su cometido por “desarticular” esa visión ideológica; posición que lo situó en este punto de manera antagónica a uno de los ideales de su Maestro Torres-García.

Dentro de su propuesta educativa propuso los siguientes puntos de estudio, los cuales sintetizaremos a continuación desde nuestra memoria de un proceso de enseñanza-aprendizaje:

Diferencias entre el dibujo al natural y la mímesis; entre la concepción de un dibujo construido y la de un dibujo anecdótico-descriptivo. Concepción de la unidad visual. El orden de la realidad y el orden estético. El estudio de las relaciones de proporción desde modelos del natural. La gramática visual básica y sus relaciones; la línea como elemento formal (tipologías: paralelas, oblicuas, convergentes y divergentes), y sus cualidades constructivas y expresivas. Las formas y la concepción del hueco como forma. Ritmos. Diferenciación categorizada de los fenómenos de la luz, escala de valores (luminosidad) para un orden sintético (reconocimiento, comparación y ordenamiento, tanto en pintura como en dibujo). Nociones sobre el fenómeno de la percepción del color. Teorías del color aditiva y sustractiva, y los sistemas de representación y ordenamiento del color. Variables del color: relaciones de matiz, tono, saturación y valor. Interacción del color, y la armonía según diferentes concepciones; contrastes y similitudes. Teorías de la percepción de la Gestalt. Simbología, historia y nomenclatura del color. Estructura. Simetrías. Perspectivas. Sección Áurea; entre otros contenidos.

En sus lecciones amplió los lineamientos que recibió de su Maestro Torres-García, incorporando especialmente el estudio del color en pintura, con ejercicios que partían del Divisionismo –también denominado Puntillismo– y del Fauvismo, los cuales comprendían investigar y experimentar los contrastes de color en la composición.

En el 2010 Anhelo falleció, dejando un gran vacío; pero aún hoy su recuerdo permanece en los estudiantes que tratamos de preservar su legado.

Especialmente en este mes de noviembre, que es aniversario de su nacimiento, intentamos homenajearlo con estas pocas líneas escritas que pretenden recordar brevemente su trayectoria, sus obras y sus enseñanzas… aunque cada vez que pintamos está presente, pues seguir pintando es realmente continuar su legado.

Como él una vez lo dijo: “Me desazona ver cómo nos ahogan con diversiones, pervierten, contaminan… no hay viento aquí… falta aire. Sus diagnósticos y vaticinios son demasiado trágicos para ser verdades… Esto debería intimidarme y me intimida… Son las sirenas de Ulises –me digo-, desoye sus voces, mantén la dirección, sigue braceando…” 3

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Notas:
1 Ida Holz, comunicación electrónica, 2 de noviembre de 2018.
2 Por ejemplo en la entrevista realizada para La Onda digital. Recuperada de: http://www.laondadigital.uy/LaOnda2/403/A4.htm
3 Texto utilizado en la exposición del Taller Anhelo Hernández realizada en diciembre de 2009.

Referencias de imágenes:
 “Imago Mundi” – Anhelo Hernández – óleo s/tela, 2007. Imagen MNAV. Recuperada de: http://mnav.gub.uy/catpdf/cat188.pdf
 “Conciliábulo Monstruoso” – Anhelo Hernández – Medios combinados, 1972-1994. Imagen MNAV. Recuperada de: http://mnav.gub.uy/catpdf/cat188.pdf
 Fotografía de Anhelo Hernández – Imagen realizada por Ma. Eugenia Méndez el 16-04-2009, clase en la rambla de Pocitos de Montevideo.

Bibliografía:
Magaña, A, Soto, M. & Fló, J. (1999). Anhelo Hernández – pequeñas apocalipsis. Ciudad de México: Museo Universitario de Ciencias y Artes, UNAM.
Hernández, A. (Ed.). (1996). Profesor titular del Taller Fundamental. Tesis Anhelo Hernández. Mayo – 1996. Gdo5. (Trabajo Escrito el concurso para Gº5 IENBA-UDELAR). Montevideo. [Disponible en el archivo del IENBA-UDELAR].
Hernández, A. & Rocca, P. T. (2008). Antológica Anhelo Hernández. Montevideo: MNAV
Penco, W. & Peluffo, G. (2005). Anhelo Hernández de antes y durante. Montevideo: Museo Municipal de Bellas Artes Juan Manuel Blanes/ Prontográfica S.A.

Agradecimientos:
A la familia de Anhelo Hernández, especialmente a su hija la Soc. Moriana Hernández y a su viuda la Ing. Ida Holz, por sus aportes para el presente artículo.

Y al equipo de De Norte a Sur, especialmente a su editor el Sr. Luis Ríos-Álvarez, por hacer posible esta publicación.