Luis Ríos-Alvarez

 

“Vivir Mi Vida”

Voy a reír, voy a bailar
vivir mi vida
voy a reír, voy a gozar
vivir mi vida

Y para que llorar, pa’ qué
si duele una pena, se olvida
y para qué sufrir, pa’ qué
si así es la vida, hay que vivirla

En la carrera de la vida nos pasamos la mayoría del tiempo persiguiendo quimeras que nos resultan, muchas veces, inalcanzables por la sencilla razón de que nos olvidamos de vivir el presente y pretendemos saltearnos las etapas queriendo alcanzar el mañana sin haber existido en la realidad del hoy.

Es importante para todos poder racionalizar esta filosofía de vida, pero más importante aún, para aquellos que ya el camino que nos queda por recorrer se ha acortado con el paso del tiempo.

Evidentemente en nuestra juventud hacemos planes de mediano y largo alcance intentando planificar nuestro futuro. Sin embargo, la ruta a recorrer nos presenta obstáculos e imponderables que nos pueden desviar del camino que nos hemos trazado.

Inconvenientes, trabas, contrariedades son factores que contribuyen a descarrilar nuestra cuidada planificación obligándonos a tomar, sobre la marcha, decisiones que no estaban previstas por su propia urgencia. Desvíos, opciones de nuevas rutas, circunstancias imprevisibles cuyas consecuencias no podemos estimarlas de antemano nos pueden llevar a lugares fuera de nuestros planes.

No necesariamente los cambios significan un retroceso o son elementos negativos, son causa de disturbio porque, por naturaleza, nos sentimos más cómodos cuando no existen cambios que alteren la paz de nuestra existencia. Pero deberíamos tener la capacidad para poder actuar y proceder de acuerdo a esas nuevas alternativas para transformarlas en un elemento positivo que nos permita continuar en el nuevo rumbo con el mismo optimismo que nos embargaba la jornada inicial.

Debemos recordar, también, que el mañana es incierto, por lo que hoy es el momento de cumplir esos sueños que llevamos a cuesta en nuestro equipaje esperando por una mejor oportunidad para intentar cumplirlos.

Nunca se es demasiado joven o demasiado viejo para comenzar una nueva etapa.

Siempre habrá un sinnúmero de excusas, seguramente algunas válidas, para intentar justificar nuestra inanición. Por contraposición, también habrá una multitud de razones por las que podamos intentar tomar ese impulso para iniciar o retomar esa actividad que nos redunde en un sentimiento de satisfacción o sensación agradable y nos permita sentirnos, de alguna manera, realizados.

No todo tiene que ser una gran obra, en realidad nuestra vida, en un todo, está compuesta por pequeños hechos que, encadenados, forman nuestra ruta de vida. Muy pocos hechos puntuales podemos considerarlos de una magnitud trascendente como para denominarlos de gran importancia.

Algunas veces nos pegan tan fuerte que se convierten en un agobiante lastre que inconscientemente arrastramos sin percatarnos que luego de un tiempo es tan solo eso, una pesada carga que solo sirve para enlentecer nuestra marcha y nos resulta oneroso al no permitirnos apreciar y disfrutar de las bellezas que nos ofrece la vida.

Por eso es importante no dejar para mañana el comienzo de un disfrute que nos pertenece y merecemos.

¡Es ahora o nunca!