Por Ma. Eugenia Méndez-Marconi
Docente G1
Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes  
Universidad de la República, Uruguay.
eugmend@gmail.com

El Maestro Joaquín Torres-García llega a su país natal en 1934 junto con su familia –su esposa Manolita Piña, y sus cuatro hijos Olimpia, Augusto, Ifigenia y Horacio-; y a partir de allí comenzó una serie de arduas actividades que comprendieron entrevistas, conferencias y exposiciones.

Ese mismo año fue nombrado profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República; teniendo a cargo un curso libre teórico-práctico que tenía como objetivos: “a) Determinar la razón de ser del arte, su función adecuada por esto su verdadera base; b) Procurar, dentro de la corriente universal del arte, un movimiento nacional de cierta homogeneidad, sin contrariar empero las tendencias individuales de los estudiantes.” (J. Torres-García, agosto 6 de 1934, Carta al Decano de la Facultad de Arquitectura Arq. Armando Acosta y Lara)

Su propuesta programática, en ese curso proponía desarrollar: “Morfología comparada de las artes plásticas: a) Lo abstracto (idea-materia); b) lo descriptivo (proceso histórico).” (J. Torres-García, Ibidem). Todo ello abarcando aspectos plásticos, filosóficos, religiosos, sociales, etc.

Al poco tiempo, en 1935, creó la Asociación de Arte Constructivo (AAC), la cual funcionó hasta 1940 como agrupación de estudios de arte. El 24 de mayo de ese mismo año, dictó su primera conferencia en el Paraninfo de la Universidad de la República. Seguidamente, el día 5 de junio inauguró su primera exposición individual en Montevideo, en Amigos del Arte.

En el mismo año de su fundación, la AAC edita la primera revista, denominada Círculo y Cuadrado (segunda época); la cual llevaría el mismo nombre que la publicación realizada en París por el grupo Cercle et Carré, fundado en 1929 por Torres-García y por el poeta y crítico de arte Michel Seuphor –grupo que buscaba agrupar artistas abstractos, entre los cuales participaron exponiendo en conjunto al siguiente año: Kandinsky, Mondrian, Léger, Vantongerloo, Le Corbusier, Gropius, entre otros destacados -. En esta segunda época, las publicaciones se reestructurarían hacia un nuevo estilo, con sus nuevos colaboradores.
El Taller Torres García (TTG) fue formado en 1942 como La Escuela del Sur por el Maestro Torres García, conforme a sus ideales filosóficos, éticos y estéticos.

El 26 de enero del siguiente año, se realiza la primera reunión del TTG, ubicado en la calle Abayubá de Montevideo –donde era su hogar-. En dicho Taller, propone realizar una pintura abstracta basada en la geometría, trabajando estructuras ortogonales regladas por la Sección Áurea; por ende, bajo la misma relación de proporción a la que tiende el Universo.

Manifestado en sus conferencias, y luego publicado en 1944 en su libro titulado Universalismo Constructivo, Torres-García expuso: “He dicho Escuela del Sur, porque en realidad, nuestro norte es el Sur. No debe haber norte, para nosotros, sino por oposición a nuestro Sur. Por eso ahora ponemos el mapa al revés, y entonces ya tenemos justa idea de nuestra posición, y no como quieren en el resto del mundo. La punta de América, desde ahora, prolongándose, señala insistentemente el Sur, nuestro norte” (p.213)

Como visionario, comprendió que, en esa época en Uruguay, estaban muy legos de las concepciones de vanguardia y de un arte de Tradición, y tras años de elaboración teórica y artística, ya tenía asimilado su ideal de llegar a un arte inédito, con bases en la Tradición Universal del Arte, pudiendo conectarlo así con las tradiciones de los pueblos originales del continente americano; conforme a su gran visión de “Contribuir a la unificación del arte y la cultura de América.” (Universalismo Constructivo, 1944, p.5)

Menciona Torres-García en su Lección 1 “La liberación del artista”, escrita en 1934:
“Partiendo de la idea del Hombre, y estudiando su íntima naturaleza, podemos encontrar un equilibrio. Y si entonces queremos hallar ese mismo equilibrio en el arte, tenemos que ver reunidos, en cada obra, al poeta, al sabio, al arquitecto. Y cualquiera de las artes puede darnos esto, pues sus bases y fundamento, sus leyes, y estructura, la parte humana que pueda informarlas es siempre la misma en cualquiera de ellas, variando sólo los medios de que se valdrá el artista.” (Universalismo Constructivo, 1944, p.29)

Su búsqueda y su propuesta pedagógica, con bases humanistas, buscaban crear un arte atemporal, ligado a la Gran Tradición Universal y a la Tradición del Hombre Abstracto, la cual comprende la armonización con la esencia misma del Ser, y por ende vinculada al Verdadero Arte de todos los tiempos. Asimismo, se llegaría a ese conocimiento de orden superior alineándose a la Tradición del Saber (Vida en la Totalidad), a la cual pertenecieron las Grandes Culturas que cultivaban la armonía con el Universo.

En el TTG se formaron grandes pintores, entre los cuales cabe destacar a los hermanos Augusto y Horacio Torres (hijos del Maestro), Julio Alpuy, Francisco Matto, José Gurvich, Gonzalo Fonseca, Elsa Andrada, Manuel Pailós, los hermanos Alceu y Edgardo Ribeiro, Héctor Ragni, entre otros.

Dentro de las actividades realizadas por el TTG, se publicó mensual y bimensualmente –dados los escasos recursos- desde 1945, la revista Removedor; la cual tuvo 26 números hasta 1950, y luego 2 números especiales en diciembre de 1950 y en agosto de 1953. Dicha publicación estuvo a cargo de estudiantes del Taller, siendo editores encargados el Sr. Guido Castillo y el propio Maestro Torres-García.

Removedor fue un medio de difusión de actividades y del Pensamiento Constructivista. Asimismo, sirvió para hacer frente al medio adverso –artístico e intelectual- en el cual se desarrollaba el nuevo Movimiento de Arte; respondiendo los ataques que recibían el TTG y su Maestro mediante críticas en la prensa local, tras su prédica en las conferencias y las exposiciones; reivindicando así su posicionamiento estético, intelectual, pedagógico y ético.
Los jóvenes artistas del TTG, tenían en promedio entre 9 y 28 años; con gran pasión por el arte, se presentaban abiertos a las nuevas enseñanzas, consolidándose como un colectivo fuertemente unido. Tal es el caso, que cuando en conjunto decidían no participar de algún salón de arte, el que no siguiera el lineamiento general era invitado a retirarse. “No faltaba en Removedor un humor jovial, que alivianaba un poco una actitud más bien sectaria de la que el propio Torres García trató de tomar distancia, pidiendo más de una vez que se aclarara que él no participaba de la redacción de la revista.” (Recuperado de: http://www.torresgarcia.org.uy)

La revista Removedor, Año 1 No.1, comienza diciendo: “Henos aquí de viva voz. Desde el arte y frente al arte. Desde el hombre y frente al hombre. No pretendemos que nuestra palabra posea sonoridades sibilinas, ni sabor de profecía; pero sí creemos –y no podía ser de otra manera- que el mundo plástico en que viven nuestras obras es el verdadero. Estamos convencidos hasta el fondo que arte ha de estar fundamentado en la abstracción y en una visión sintética del mundo. El artista –a nuestro entender- es un creador y no un imitador; su actitud ha de ser apolínea, constructiva, subordinante y no subordinada. Nunca el verdadero arte, y hoy menos que nunca, se basó en la imitación ni en lo sistemático, sino en los valores que le son propios. […]” (1945, p.1)En este espíritu –humano, social y constructivo- el TTG inauguró en 1944 una serie de 35 murales realizados en conjunto entre 20 estudiantes y su Maestro de forma honoraria, en el Pabellón Martirené del Hospital Saint Bois de Montevideo. Actividad que desató polémicas y críticas negativas.

El Pensamiento Torresgarciano apenas fue comprendido por unos pocos, alentado por pocos más, y atacado, y desconocido por la mayoría hasta nuestros días. No fue fácil para ellos desarrollarse en un medio adverso, fueron rebeldes a formas de concebir y hacer arte que ya estaban establecidas; respondiendo a críticas y presentando su labor con fe y determinación en lo que hacían.

Aún hoy en día no es fácil que se comprenda la labor de Torres-García y el TTG, pues existe gran desconocimiento y disociación de su obra plástica con la teoría del Maestro; que para él eran un todo –así lo manifestó en sus textos-.

Cabe aclarar, que los postulados doctrinales de Torres-García trascienden el terreno estético, pues desde su visión –con raíz en el pensamiento en la tradición multisecular mediterránea, y en un espíritu clásico-, para hacer primero hay que Ser.

Por lo pronto, para los lectores y para quienes nos desarrollamos en el terreno artístico, vale la pena cerrar el presente artículo con las siguientes palabras de Torres-García, que han sido semilla y germen hasta nuestros días: “Hay algo invariable –en el arte- que hay que tratar de encontrar. Los que se llaman Maestros (porque pueden enseñar) es que han llegado a tal profundidad. Y toda verdadera Escuela –lo es tal- porque se apoyó en eso inconmovible. En este sentido podría hablarse de una tradición de arte –ya que- tal línea o regla invisible- junta o hermana las obras antiguas a las más modernas. […] Porque tales bases (el conjunto de las cuales puede construir una REGLA) se fundamentará –siempre- en el mecanismo -también invariable- de la RAZÓN [Logos]. […] La razón pura es lo UNIVERSAL” (La Regla Abstracta, 1946, p.1 y 2).
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Bibliografía:
Torres García, J. (1944). Universalismo Constructivo. Buenos Aires: Poseidón.
Torres García, J. (1946). Nueva Escuela de Arte del Uruguay. La Regla Abstracta. Montevideo: Publicaciones de la Asociación de Arte Constructivo / Talleres LIGU.
Taller Torres García (1945) Removedor, Año 1 No.1.
Imágenes recuperadas de: http://www.torresgarcia.org.uy