Por Ma. Eugenia Méndez-Marconi
Museóloga. 
Docente, Ayudante del 
Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes – 
Universidad de la República, Uruguay.
Exposiciones e investigación, Fundación José Gurvich.
eugmend@gmail.com

Breve historia de la trayectoria del artista

Daniel Batalla nace en Uruguay en la ciudad de Treinta y Tres el 16 de marzo de 1960.
Comienza los estudios de dibujo y pintura en 1984 con el maestro Daymán Antúnez, y seguidamente a partir de 1987 con los maestros Augusto Torres, Elsa Andrada y Francisco Matto; todos ellos discípulos de Joaquín Torres-García.

En 1996 participa en el libro La propuesta educativa del Taller Torres García de la Tesis de Maestría de Ing. Carlos Petrella. En el mismo año viaja a Nueva York en una búsqueda personal por incrementar sus conocimientos sobre arte.
A partir del año 1999 participa de variadas exposiciones colectivas en la ciudad de Montevideo y en el exterior del Uruguay.

En dicho año participa en ARTEBA99 (Buenos Aires, Argentina), con la Galería Cecilia de Torres Ltd.

También participó de la exposición colectiva con Serra, Batalla, Balbuena, Larrosa y Méndez en la Nueva Congregación Israelita, en Montevideo.

En 2001 expone en Galería Odalys (Caracas, Venezuela) y en Galería Diners (Bogotá, Colombia), etc.

En 2004, The Path of the School of the South, University Galleries (Boca Raton, USA). Dos años después, participa en Passion et raison d’un Espirit Constructif (Biarritz, Francia).

En el año 2008 realiza junto a otros artistas la Muestra Homenaje a Gonzalo Fonseca, Tradiciones en Tránsito (Montevideo, Uruguay).

En 2015 expone en Villa Gianetti Arte Abstracto Uruguayo (Saronno, Italia); e integra la Colección Katoen Natie, y participa en el libro Arte desde América Latina de Laurens Dhaenens (Casa Editorial Lannoo, Bélgica).

Y en 2017 participó de la exposición La Tradición Rebelada, en el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo, Uruguay.

Entre otras exposiciones.

Apreciaciones sobre su obra

En una entrevista personal realizada a Daniel Batalla el día 15 de abril de 2017 por quien suscribe, le solicitamos que nos definiera su obra; y desde sus palabras nos explicó: “Todo va variando con el tiempo… Mi obra en sí, se puede decir que es más bien simbólica… simbología, formas, medida, composición, arte callejero”

La obra de Daniel Batalla ha ido variando a lo largo de su carrera, mostrando diversas facetas claramente definidas y distantes una de otra por su expresión estética.
En una primera instancia, las obras son más cercanas a sus aprendizajes con Augusto Torres; por la elección de la paleta color, los principios compositivos, el tono, entre otros aspectos. Retratos sintéticos con una concepción muy plana, paisajes de orden metafísico, que contienen formas muy relacionadas con sus maestros; y naturalezas muestras con pinceladas más acusadas.

Seguidamente, sus composiciones muestran una expresión diferente influenciado por obras contemporáneas, entre las cuales se aprecia la relación con la obra de Jean Michel Basquiat, en relación a los grafismos ligados el grafiti, con contrastes de color, líneas acusadas, manchas temperamentales, palabras –que pueden funcionar como cartel, pero no dejan de ser plásticas-, y una fuerza expresiva en el color y la pincelada.
Sus nuevas búsquedas estéticas actuales, lo han llevado a trabajar en el arte conceptual, presentando en sus últimas exposiciones obras donde trabaja con conceptos profundos en relación al Hombre, al caos, a la geometría, el orden intrínseco en la naturaleza y el despertar de la consciencia.

INSURRECTIO. El concepto según el artista

“Una mirada sarcástica hacia la –universal y `conveniente´- representación física y conceptual de nuestros próceres”

El bronce y el heroísmo, la gloria y el triunfo, la inteligencia y la sabiduría. Solamente atributos superiores, siempre. Personajes que dejan de ser de carne y hueso. Creación de imágenes y simbologías funcionales.

Un poco de arena de la Agraciada y matrículas recortadas, desafían el discurso tradicional.
Insurrectio, el título de la obra, no solo hace referencia a la propia insurrección que animó el hecho histórico que es pretexto para la misma, sino también a la insurrección del pensamiento que la obra provoca invitando a reflexionar sobre algunas cuestiones que dificultan la real comprensión de los procesos históricos-culturales, anteriores y actuales.” [sic]

INSURRECCIÓN, LA CRUZADA LIBERTADORA DE LOS 33

Un análisis

La Cruzada Libertadora es un elemento fundamental en la construcción de la identidad de nuestra nación. A 193 años de dicho acontecimiento histórico del 19 de abril de 1825, éste hecho connota una interpretación oficial generalmente conocida, y ciertas realidades históricas menos reconocidas; como ser la importancia de fundamentos masónicos en la construcción de la cultura nacional.

Libertad o Muerte” fue el lema de los patriotas liderados por el General Juan Antonio Lavalleja para liberar lo que en aquel entonces era la Banda Oriental o Provincia Oriental del Río de la Plata, que se encontraba anteriormente bajo el dominio luso-brasileño desde 1817.

A dicho grupo de patriotas, que participaron del mencionado hecho histórico, se les adjudicó en número 33; conociéndolos hasta nuestros días como los Treinta y Tres Orientales; que según algunos historiadores fueron más de dicho número. El 33 es importante en el simbolismo masónico, y representa el grado máximo dentro de esta organización; que participó considerablemente en la construcción del estado nacional uruguayo, contribuyendo con sus ideales y actividades a la realidad del mismo.

El término “Insurrección”, señala externamente la lucha del pueblo Oriental contra la ocupación, pero a un nivel más profundo, es la insurrección de los ideales de libertad, igualdad y fraternidad contra los referentes imperiales del despotismo por derecho divino, y contra los dogmas que encierran la mente y la injusticia social.

En la obra presentada, la frase “Libertad o Muerte”, tiene dos letras “E” con los colores de las fuerzas invasoras brasileñas en aquel entonces, mientras que una letra “T” destaca por su iluminado color amarillo, en un simbolismo que referencia al sol; imagen que connota luz y vida, y que forma parte del pabellón nacional del Uruguay. En tanto, las letras “I”, “O”, “M” y otra “T”, representan los colores de la bandera de los 33.

El esoterismo masónico queda aludido por la disposición de los frascos y la medida de la arena –proveniente de la Playa de la Agraciada- al interior de las mismas, ya que la Sección de Oro era uno de los elementos fundamentales con los que trabajaban los gremios de constructores de la Edad Media, de los cuales lo heredaría la Francmasonería moderna.

Los 33 frascos representan a los orientales liberadores y su líder, bajo el simbolismo del número que le fue atribuido por la historia; en base a una presentación aparentemente simple, se revela un simbolismo profundo.