El aumento de la actividad física mejora la salud cardiovascular y puede ayudar a reducir las disparidades de la salud cardíaca, según una nueva declaración científica de la American Heart Association

Aspectos destacados de la declaración:

  • Abordar el asunto de los bajos niveles de actividad física entre las personas de algunos grupos específicos tiene el potencial de mejorar la equidad en la salud cardiovascular.
  • Los niveles de actividad física son más bajos entre algunos grupos de población de los cuales se sabe que tienen un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, incluidos adultos mayores, mujeres, afroamericanos, aquellos que padecen depresión, personas con discapacidades, individuos de bajos ingresos socioeconómicos o que viven en áreas rurales.
  • Es importante mejorar los recursos y las oportunidades con el fin de disminuir las barreras para la actividad física. Las iniciativas de actividad física deben involucrar a la comunidad y a las personas, además de ser culturalmente apropiadas.
  • Es necesario abordar las brechas de conocimientos y recursos para crear programas exitosos y sostenibles de actividad física destinados a diversos grupos con pocos recursos.

La salud del corazón se mantiene fuerte con la actividad física regular, y la actividad diaria, como una caminata por día de 20 minutos, es clave; sin embargo, algunos grupos pueden enfrentar barreras adicionales que afectan si una caminata diaria es factible o no. El aumento de los niveles de actividad física, particularmente entre las personas con mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, tiene beneficios conocidos para la salud cardíaca y puede ayudar a reducir las disparidades de la salud cardiovascular, según una nueva declaración científica de la American Heart Association publicada hoy en la revista insignia revisada por pares de la Asociación, Circulation. Una declaración científica de la American Heart Association es un análisis experto de la investigación actual y puede informar las pautas futuras.

La nueva declaración: “Aumentar la equidad en la promoción de la actividad física para una salud cardiovascular óptima en adultos”, examina los niveles de actividad física entre diferentes grupos de adultos, revisa las estrategias para aumentar la actividad física en grupos con pocos recursos o en riesgo de presentar una salud cardiovascular deficiente y ofrece sugerencias sobre cómo promover la actividad física para reducir el riesgo cardiovascular de manera equitativa a través de la actividad física.

“Es importante ayudar a todos a mejorar la salud del corazón”, expresó Gerald J. Jerome, Ph.D., FAHA, presidente voluntario del comité de redacción de la declaración científica y profesor del departamento de kinesiología de Towson University en Towson, Maryland. “Descubrimos que muchos grupos con una salud cardíaca deficiente tenían bajos niveles de actividad física. Sabemos que la actividad física regular es un componente clave para una salud cardíaca óptima. Estos hallazgos dan la oportunidad de centrar nuestros esfuerzos en programas de actividad física en los sitios donde más se necesitan”.

La actividad física regular es una métrica de estilo de vida saludable de Life’s Essential 8 (Los 8 esenciales de la vida), la lista de verificación de la American Heart Association para medir la salud cardiovascular. Life’s Essential 8 detalla cuatro factores de salud (presión arterial, colesterol, azúcar en sangre e índice de masa corporal) y cuatro factores de conducta/estilo de vida (tabaquismo, actividad física, sueño y dieta) que han demostrado prevenir y reducir el riesgo cardiovascular.

A pesar de esto, menos de uno de cada cuatro adultos estadounidenses alcanza los niveles de actividad física recomendados por las pautas del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los EE. UU. Las pautas federales, respaldadas por la American Heart Association, recomiendan que los adultos realicen al menos 150 minutos de actividad física moderada cada semana. Acercarse a los niveles recomendados puede ser tan simple como realizar una caminata diaria de 20 minutos.

Jerome y los miembros del comité de redacción revisaron la evidencia científica más reciente sobre los programas de ejercicio desarrollados para mejorar los niveles de actividad física dentro de poblaciones específicas. Estos niveles eran más bajos entre ciertos grupos de personas con factores de riesgo elevados de enfermedad cardiovascular existentes. Por ejemplo, se observó menor nivel de actividad física en adultos mayores, mujeres, afroamericanos, aquellos que padecen depresión, personas con discapacidades, individuos de bajos ingresos socioeconómicos o que viven en áreas rurales o en vecindarios con menos facilidades para caminar.

“Desafortunadamente, muchos grupos que tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas también, en promedio, informan cantidades más bajas de actividad física”, afirmó Jerome. “Sin embargo, hay buenas noticias, ya que algunos programas se enfocan en colaborar con las comunidades para aumentar los niveles de actividad física entre los grupos de alto riesgo”.

Atributos de los programas exitosos de actividad física:

  • Las estrategias para aumentar la actividad física deben buscar el aporte, la participación y el liderazgo de la comunidad, lo que puede ayudar a garantizar que se aborden las barreras y se satisfagan las necesidades existentes.
  • Involucrar a las comunidades en el diseño, la implementación y la evaluación de programas de actividad física es un paso importante para empoderar a sus residentes con el fin de mejorar su salud cardíaca a través de un aumento en la actividad física. También ayuda a garantizar que los programas sean culturalmente apropiados.
  • Los enfoques para aumentar la actividad física deben abordar las barreras comunes, como el costo, la falta de acceso, de tiempo y de conocimiento, así como también las barreras específicas de las necesidades de una comunidad particular.
  • Aumentar los niveles de actividad física para mejorar la equidad en la salud requiere de un enfoque de equipo, que incluya profesionales de la salud que evalúen y promuevan regularmente el ejercicio para todos los pacientes.

Una vez que se establezcan los apoyos comunitarios para reducir las barreras, la esperanza es que más personas se vuelvan físicamente activas y mejoren su salud cardíaca. Según Jerome, aún queda mucho por hacer a largo plazo. “Se necesita más financiamiento de la investigación para apoyar a las comunidades y los investigadores que trabajan juntos para desarrollar formas atractivas y sostenibles que ayuden a los residentes a aumentar sus niveles de actividad física. Los legisladores deben ampliar la cobertura de apoyo y atención preventiva, como evaluaciones y programas que promuevan la actividad física en el entorno clínico”.

La American Heart Association defiende una amplia gama de políticas para mejorar el acceso a oportunidades de actividad física, como educación física en las escuelas y financiamiento destinado a mejorar la accesibilidad para peatones de la comunidad.

Esta declaración científica fue preparada por el grupo de redacción de voluntarios en nombre del Consejo sobre Estilo de Vida y Salud Cardiometabólica con respecto a la Actividad Física, el Consejo de Enfermería Cardiovascular, el Consejo sobre Cardiología Clínica y el Consejo de Enfermedades Vasculares Periféricas de la American Heart Association. Las declaraciones científicas de la American Heart Association promueven una mayor conciencia sobre las enfermedades cardiovasculares y los ataques cerebrales y ayudan a facilitar la toma de decisiones informadas sobre el cuidado de la salud. Las declaraciones científicas describen lo que se sabe actualmente sobre un tema y qué áreas necesitan más investigación. Si bien las declaraciones científicas informan el desarrollo de pautas, no hacen recomendaciones de tratamiento. Las pautas de la American Heart Association proporcionan las recomendaciones de práctica clínica oficiales de la Asociación.

Los coautores son la Vice presidenta Bethany Barone Gibbs, Ph.D., FAHA; William R. Boyer, Ph.D.; Eduardo E. Bustamante, Ph.D.; Jacob Kariuki, Ph.D., A.N.P.; Francisco Lopez-Jimenez, M.D., M.B.A., FAHA; Amanda E. Paluch, Ph.D.; Damon Swift, Ph.D., FAHA; y Kashica J. Webber-Ritchey, Ph.D., M.H.A., R.N. Los datos públicos de los autores se encuentran en el artículo.

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