Puntos destacados del estudio:
- Formar parte del 25% que más consume bebidas azucaradas frente al 25% que menos consume se ha asociado a un mayor riesgo de fallecimiento en personas mayores de 45 años en un estudio de observación que establece una tendencia, pero que no prueba la causa y el efecto.
- No existe un mayor riesgo de fallecimiento derivado del consumo de alimentos edulcorados con azúcar.
Puede existir un mayor riesgo de fallecimiento en personas mayores de 45 años que consuman grandes cantidades de bebidas azucaradas (incluidos refrescos, bebidas de frutas y zumos de frutas) debido a enfermedades cardíacas u otras causas en comparación con las personas que beben menos bebidas azucaradas según la investigación preliminar presentada en las sesiones científicas de 2018 de Epidemiology and Prevention/Lifestyle and Cardiometabolic Health de la American Heart Association, el principal intercambio internacional de los últimos avances en población basado en la ciencia cardiovascular para investigadores y médicos.
Los investigadores detectaron una asociación marcada entre un mayor consumo de bebidas azucaradas y un mayor riesgo de fallecimiento debido a una enfermedad cardíaca o a otra causa. Los participantes del estudio que componían ese 25% de las personas que más bebidas azucaradas consumían (710 ml o más al día) presentaban un riesgo dos veces mayor de fallecimiento debido a una enfermedad coronaria en comparación con el 25% de las personas que menos bebidas azucaradas consumían (menos de 30 ml). Además, existía un mayor riesgo de fallecimiento por otras causas, incluidas otras enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, el estudio no detectó ninguna vinculación entre el consumo de alimentos azucarados y un mayor riesgo de fallecimiento, una distinción que los investigadores afirman que está relacionada con la forma en la que el cuerpo procesa los alimentos y bebidas azucarados.
Muchos estudios han demostrado la asociación entre el azúcar añadido y la obesidad y distintas enfermedades crónicas. Sin embargo, solo algunos se han centrado en la asociación entre un mayor consumo de azúcar y el fallecimiento. Hay que destacar que este estudio no prueba la causa y efecto, sino que identifica una tendencia.
“Existen dos partes de esta cuestión que queríamos esclarecer”, afirmó Jean Welsh, Ph.D., M.P.H., profesor asistente de Pediatría en la Universidad Emory. “¿Los azúcares añadidos aumentan el riesgo de fallecimiento debido a una enfermedad cardíaca u otras causas? Y si así fuera, ¿hay alguna diferencia en cuanto al riesgo entre los alimentos azucarados y las bebidas edulcoradas con azúcar? Creemos que este estudio ofrece datos sólidos a los que ya tenemos y subraya la importancia de reducir la cantidad de bebidas azucaradas en nuestras dietas”
Este estudio ha utilizado datos del estudio Reasons for Geographic and Racial Differences in Stroke (REGARDS) (Razones de las diferencias en el estudio sobre accidentes cerebrovasculares), un estudio longitudinal basado en EE. UU. de 30.183 mujeres y hombres blancos y negros mayores de 45 años. La población final del estudio fue de 17.930 personas, después de excluir a aquellas que contaban con una historia clínica autodiagnosticada de enfermedad cardíaca, accidentes cardiovasculares o diabetes de tipo II. Este tipo de estudio se ha diseñado para la detección de una asociación o tendencia, no para probar la causa y efecto.
Los investigadores estimaron el consumo de alimentos y bebidas azucarados mediante un cuestionario de frecuencia alimentaria. Las bebidas edulcoradas con azúcar incluían las edulcoradas previamente, como los refrescos y las bebidas de frutas. Los alimentos edulcorados con azúcar incluían postres, dulces y desayunos azucarados, así como alimentos en los que se habían añadido edulcorantes que contenían calorías, como azúcares o siropes.
Se realizó un seguimiento de los participantes durante una media de 6 años y los investigadores usaron las actas de defunción para investigar el motivo del fallecimiento. Se centraron en los fallecimientos a causa de enfermedades cardíacas, como ataques cardíacos, insuficiencia cardíaca y fallecimientos por otras causas.
Los investigadores observaron este efecto cuando igualaron estadísticamente a los participantes en relación con sus ingresos, raza, educación, historia clínica de tabaquismo y actividad física. El efecto se mantuvo cuando los investigadores controlaron los factores de riesgo conocidos de la enfermedad cardíaca, como el consumo total de calorías, la hipertensión, las anormalidades de la grasa en sangre o el peso corporal. Sin embargo, los investigadores no detectaron un aumento del riesgo con el consumo de alimentos azucarados.
La cantidad y la frecuencia de consumo de bebidas azucaradas, unidas al hecho de que contienen pocos nutrientes, si los hubiera, provocan un torrente de azúcares que tiene que metabolizarse, afirma el Dr. Welsh. Cuando las personas consumen azúcares en los alimentos, hay a menudo otros nutrientes, como grasas o proteínas, que reducen la metabolización y que podrían explicar el efecto diferente observado en los dos casos.
Los hallazgos del estudio deben animar a los profesionales de la salud a preguntar a los pacientes sobre el consumo de bebidas azucaradas durante las visitas rutinarias para plantear una conversación sobre un cambio de dieta que podría reducir el riesgo, afirmó el Dr. Welsh.
“Sabemos que, si los profesionales de la salud no preguntan a los pacientes acerca de sus prácticas de estilo de vida vinculadas con la obesidad y las enfermedades crónicas, estos tienden a pensar que no son importantes”, indicó el Dr. Welsh. “Con tan solo preguntar a los pacientes sobre el consumo de bebidas azucaradas, se consigue un dato valioso”